Abandonada, sólo al principio, solitaria despues.
La soledad no es una maldición, es sólo otra opción. Una pequeña dama guerrera que lo aprendió por el camino rápido. Por fin alguien que me entendía.
Pero de repente todo cambió. Esto me ha partido por dentro y me ha quebrado, ensañándose, en tantos y tan pequeños pedazos que jamas intentaré siquiera reunirlos.
Por primera vez la oscuridad en la que me refugiaba me parece demasiado grande y, creo, que jamás me atreveré a cruzar ese umbral de la soledad. Curiosamente si no es con tu silenciosa compañía, no es mi soledad.