Los heraldos negros

Soy de esas personas a las que puedes pisotear por tener una cualidad de mierda pero muy apreciada para comerciales y empleados de cara al público o atención al cliente. Tolerancia a la frustración que la suelen llamar cuando te hacen algún tipo de entrevista de esta índole.

Pero ocurre que, cuando no afecta que te hagan lo que te hagan, suele pasar que empiezas a ver que se lo hacen a los de alrededor. Males que tu no puedes evitar por mucho que quieras y por tanto, te surge esa extraña frustración que no habías sentido hasta entonces.

Corría el año de 3º de BUP ( no soy lo suficientemente viejo como para hablar por años y no por referencias ) cuando estaba ocurriendo una de esas circunstancias, una cascada de acontecimientos que veía aplastar a los que me rodeaban sin poder ( y sin saber, estúpida inocencia ) hacer nada.

Entre tanto decidieron organizar un recital de poesía y yo, por ser de letras puras y uno de "protegidos" de la profesora ( ya hablaremos de los gemelos ) me incluyeron incluso sin estar ese día presente en clase y eligieron una poesía en mi nombre.

No sé si fue al azar o si la gente que la eligió lo hizo sabiendo lo que hacía, pero esa poesía decía todo lo que callaba en ese momento y necesitaba gritar, creo que no delante de tanta gente aunque, gracias a dios, no sabían lo que significaba aquello.





Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.


Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!


César Vallejo

Para el que no conozca la continuación de la frase, dice así:

Si no puedes deslumbrar con brillanteces al menos desconcierta con gilipolleces

Puede que este blog no te deslumbre, pero... al menos habrás pasado un rato pensando hasta darte cuenta de lo que realmente soy