Rastros de humanidad

Claude R. Eatherly, ese es el nombre de un soldado que llevaría a cabo una de las mayores y más crueles venganzas de la historia de la humanidad.

Ese soldado era comandante de las fuerzas aéreas americanas, piloto encargado de seleccionar el blanco el 6 de Agosto de 1945 y lo más terrible, el encargado de dar la orden para dejar caer la bomba atómica sobre Hiroshima.

En el mismo momento en el que vio el hongo de la bomba atómica se dio cuenta de lo que había hecho. Acababa de condenar a miles de personas, inocentes y con suerte, a una muerte dolorosa e injustificada y, a los miles de heridos que tuvieron menos suerte, a contemplar como ardía su piel, como se consumían sus extremidades hasta aparecer el hueso y quedaban retorciéndose de sufrimiento deseando haber estado más cerca de la explosión y así haber acabado antes.

Una vez acabada la guerra y de vuelta a su país, rechazó homenajes e intentó por todos los medios enviar cheques a Japón y cartas de disculpa, pero todas eran intereceptadas y devueltas por el gobierno y acabó repudiado por sus "valientes" compañeros que consideraban justo lo que habían hecho en Hiroshima.

Tras algún que otro intento de suicio, el final de sus días los acabó encerrado en un psiquiátrico sin haber obtenido el consuelo de que lo considerasen oficialmente culpable de aquello que tan claramente vio en el mismo instante en que sucedió, atormentado por haber destrozado doscientas mil vidas humanas y parecer que era el único al que le importaba.

Aunque acabara con él, al menos murió ahogado por su propia humanidad.

He recordado esta historia al ver este corto.


L'autre _ the movie from Tanya Aydostian on Vimeo.

Para el que no conozca la continuación de la frase, dice así:

Si no puedes deslumbrar con brillanteces al menos desconcierta con gilipolleces

Puede que este blog no te deslumbre, pero... al menos habrás pasado un rato pensando hasta darte cuenta de lo que realmente soy